Lo necesario de lo Innecesario

"Innecesario", el primer poemario de Leslie Saenz, ¡disponible muy pronto!

Un ente habita y ocupa el espacio, me lleva a oscuras a la falsa lluvia. Escribe la poeta Leslie Saenz en su volumen fundacional, cuyo nombre confirma lo que es —acaso— toda la tradición del quehacer poético: Innecesario. Y uno quisiera ir a contracorriente, uno quisiera que la palabra fuera certeza, que su alquimia pudiera transmutar la atmósfera, y que al decir amor el corazón palpite, que al decir amigo la vida sea más amable, que la lluvia mojé y no sólo el frío tirite en nuestros nervios o el vacío nos silencie cuando más queremos hablar. Y quizá el secreto está en que no hay ningún truco, sólo hemos olvidado decir las cosas con la belleza de su esencia, hemos dejado de ver la realidad  cómo es y no como que queremos que sea, porque la poesía tiene un sólo objetivo: ser.

            Poeta, bordadora, fotógrafa, el arte de Leslie Saenz es mirada en su máxima expresión. De ojo audaz y corazón sensible, atrapa el momento con la ternura de una mano amable, con una caricia en el alma cual si en el acto mismo realizara una cirugía a corazón abierto, porque la nostalgia es un regreso, según lo entendieron los griegos, un regreso al dolor, no a la manera de una penitencia, sino como un acto de perdón. La poesía de Leslie Saenz es como mirar la foto de alguien que hizo daño y decir te libero; te desató de este cuerpo inanimado y plano y te doy la profundidad que necesitas para desparecer, para dejar de chocar contra la membrana del recuerdo y seguir tu camino… Y cierto es, que volamos sobre nubes de papel en la tormenta. Enuncia ella con una calma que nos hace mirar cómo el pasado se va por la ventana, un hilo que traza su último segmento y al final descansa.

            Innecesaria es la metáfora, la impostura, lo que se pretende porque no se tiene, innecesario es el montaje de los versos en aras de una belleza efímera y un momento de gracia. Lo supieron aquellos que desde una caverna dibujaron al ciervo, lo sabe quien tiró sus miedos para tomar la rama ardiente, pero nadie lo sabe más que ella, la mujer que vio la vida salir por primera vez de sí misma. Porque la palabra es madre, es fundación y es ángulo, la palabra crea. Como lo dijo Gabrielle Rossetti, ¿quién podrá saber el verdadero significado del amor hasta no verse a sí mismo? En este libro podremos leer un autorretrato, no una biografía insulsa del yo, sino un desprendimiento del ego, un dejarse a sí misma para abrazarnos desde el otro lado de la página. Si mi cabello y yo no nos entendemos, porque tendríamos que hacerlo nosotros… cuestionaella hilvanando un diálogo entre la imagen y la palabra, porque el lienzo, la caverna donde ella deja vestigio de su existencia es el fuego del alma, el llanto renacido de quien aprende a hablar por sí misma. Iluso es aquél que piensa que domina el lenguaje o quien administra el verso en un compuesto de normas y falacias hechas para satisfacer el ego más allá del sentimiento; no hay poesía más bella que la que es honesta, sólo quien se desgarre el corazón sabrá lo que es perder la vida, sólo quien se mire en el espejo y se ame sabrá lo que es perder a alguien que no es eterno, solo quien hable de sí mismo estará hablando para el otro, como ella misma lo invoca: nos volvemos reflejos del otro, recipientes de quien quisiéramos estuviera aquí.

Y es que todos damos a luz a un demonio. Ese ente que nos habita, ese agrimensor del espacio vacío que somos cuando nos sentimos en soledad es la verdadera metáfora, la poesía de carne y hueso, el enigma que sólo puede descifrarse a través de la palabra. Y es que si hay alguien que ha logrado transmutar esa materia oscura en una estrella, es Leslie Saenz. En este almanaque de memorias y sentires, la mujer, no la poeta, se habla a sí misma, se dice lo que necesita y deja de lado la mentira, la elegancia y el encanto de un truco de magia y se desnuda, hace arte de sus fibras orgánicas y deja a su alma vagar, amarse y armarse, juega con ese rompecabezas que es la herida y sutura su dolor en un collage hecho con la lealtad a su ser, sólo así se nace poeta. Sólo así se acaricia la epifanía de tenerse a sí misma, la magia de salir de esa lluvia equivocada para bañarse en las lágrimas de su alma, en las que brota esa fotografía respirante y breve por lo eterna que es la obra de arte.

Innecesario es más que sólo leer en voz alta ¿Estoy muerta? Si eso es así descansaré aquí hasta que la tierra deje de cubrirme, es también mirar como se cubre de tierra, es mirar la taxonomía de esa mortandad, los estratos de la piel, ver el paso del tiempo entre lo finito y lo perpetuo del verso.

Innecesario es la mezcla perfecta entre la inocencia de la muerte y la violencia de la vida. Ella misma asegura que es un canto al desamor, pero también es un regalo a la amistad, una carta de esperanza para escribir ese final querido, ese final amado para quien admire este regalo, para quien se siente a conversar con la palabra, a bordar en su pecho el cataplasma de la honestidad, porque la poesía que se templa con el alma es ahora más que nunca necesaria.

Por Pablo Valentín

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